De acuerdo con información que he recibido de fuentes confiables, el gobierno de México ha decidido abandonar PISA. En mi opinión, si esto se corrobora oficialmente, es una decisión equivocada. Dejar de evaluar es dejar de conocer; dejar de conocer es dejar de mejorar. Dejar PISA no solo significa desechar un esfuerzo de veinte años para medir el pulso de la educación en México, a través de fuentes confiables y comparables, sino que envía un mensaje equivocado a todos los agentes educativos. Mientras casi todos los países del mundo buscan evaluarse y alimentarse con más información y más conocimiento, México se aleja, se aísla y pierde la oportunidad de avanzar al ritmo, características, innovaciones e ideas de las mejores prácticas en el mundo. México ya abandonó las evaluaciones regionales de ERCE-LLECE de la UNESCO para América Latina y las evaluaciones nacionales de PLANEA. Es una estampida de malas decisiones. Es preciso pedirle a nuestras autoridades educativas y al gobierno federal que recapaciten, que entiendan que la evaluación del aprendizaje es una parte sustancial para analizar las fallas o aciertos del sistema y modelo educativos. Sustraernos del mundo, para encerrarnos en una burbuja, retrocederá a los niños y jóvenes ochenta años. Encerrados, y sin luz que nos guíe, alistaremos a nuestra niñez y juventud para la década de 1950. Esa era la época en que la educación mundial deambulaba sin evaluación. Si el gobierno actual no lo hace, es preciso pedírselo a los candidatos que quieren llevar a México al futuro.
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