La crianza en el siglo XXI es un tema crucial, tanto para el hogar como para la escuela. Las familias de hoy están sobre conectadas, sobre informadas, sobre estimuladas y sobre digitalizadas. Existe evidencia de que los niños y niñas, pero sobre todo las niñas, en la edad de la pubertad y adolescencia están más ansiosos y deprimidos. Por ello, es importante recordar los estilos de crianza para una educación que promueva el desarrollo sano de la niñez.

1. Crianza excesiva: mamá y papá sobreprotegen a sus niños con esquemas exagerados de higiene física y protección emocional que eliminan todos los obstáculos para una vida libre de riesgos, dificultades y desafíos. Si los hijos no están expuestos a un entorno físico real, no desarrollarán defensas biológicas. De la misma manera, un ambiente que exagera en el cuidado emocional para evitar frustración, empatía, turnos, apertura y límites, siembra las semillas de la fragilidad emocional; el cristal se romperá fácilmente cuando salgan del capullo del hogar.
2. Crianza escasa: mamá y papá son negligentes porque están muy ocupados, estresados o desinteresados y, por lo tanto, no proveen un ambiente de aprendizaje con alimentación adecuada, atención al juego o al ejercicio, ni entornos ricos en lo cognitivo y emocional. La rutina es la indiferencia. Los hijos no comen bien, no brincan, no gritan, no corren, no leen, no duermen, no juegan solos ni con los amigos, y se la pasan horas y horas en los medios sociales sin una supervisión activa y constante. La evidencia dice que a más pantallas y más redes sociales menos salud mental y física; es decir, menos bienestar.
3. Crianza adecuada: mamá y papá en un juego armónico entre la exposición y el cuidado, con un ambiente de aprendizaje que combina el juego con la cognición, el riesgo con la seguridad, los límites con los desafíos y la interacción humana real contra la virtual preparan a los hijos de manera adecuada para que cuando salgan al mundo “hostil”, es decir, fuera del hogar, puedan enfrentarse con la cantidad adecuada de ansiedad, ni mucha ni nula.

Así como el ser humano está dotado de un sistema inmune biológico que se optimiza en la interacción con la cultura y los estilos de vida, también está dotado, metafóricamente, de un “sistema inmune emocional”. Ambos sistemas funcionan mejor con la exposición a entornos de riesgo administrado.

The biological and emotional immune systems

Parenting in the 21st century is crucial, at home and school. Today’s families are over-connected, over-informed, over-stimulated and over-digitalized. There is evidence that boys and girls, especially girls at the age of puberty and adolescence, are more anxious and depressed. Therefore, it is important to remember parenting styles for an education that promotes the healthy development of children.

1. Overparenting: Parents overprotect their children with exaggerated schemes of physical hygiene and emotional shielding that eliminate all obstacles to a life free of risks, difficulties, and challenges. If children are not exposed to a real physical environment, they will not develop biological defenses. In the same way, an environment that exaggerates emotional care to avoid frustration, empathy, taking turns, openness, and limits, produces emotional fragility; the glass will break easily when they leave the cocoon.
2. Underparenting: Parents are neglectful because they are too busy, stressed, or disinterested. Under this environment children grow without adequate nutrition, attention to play or exercise, and appropriate cognitive and emotional interactions. Indifference is the routine. Children do not eat well, do not jump, they do not scream, run, read, sleep, or play alone or with friends, and they spend hours and hours on social media without active and constant supervision. The evidence says that the more children interact with screens and social media the lower their mental and physical health, i.e., less well-being.
3. Adequate parenting: Parents, in a harmonious interaction between exposure and care, combining play with cognition, risk with safety, limits with challenges and real human interaction, prepare children adequately so that when they leave home they can face the hostile world with moderate anxiety, not too much or too little.

Just as the human being is endowed with a biological immune system that is optimized by the interaction with culture and lifestyles, he or she is also endowed, metaphorically, with an “emotional immune system.” Both systems work best when they are exposed to risk-managed environments.