Hallazgos preliminares. Segunda parte

Mi primera visita a una escuela finlandesa ocurrió el lunes 29 de marzo de 2004. A ese año le siguieron once visitas de investigación adicionales, una más en julio de 2004, y, luego, en 2006, 2007, 2008, 2009, 2012, 2013, 2014, 2016, 2019 y 2025.

En 2007, dentro de un proyecto que incluyó a 19 países publiqué un capítulo sobre mi primera impresión de la educación en Finlandia. Dicho libro, con el título “¿Cómo es la mejor educación en el mundo? Políticas educativas y escuelas en 19 países” se imprimió en dos diferentes ediciones, una en 2007 y otra en 2008.

En el año 2015 derivado de datos recogidos de Finlandia y otros países publiqué un artículo en una revista científica con el título Are teachers crucial for academic achievement? Finland educational success in a comparative perspective. El artículo cuestiona la fuerte posición de que los maestros son el factor crucial para explicar el éxito académico de los estudiantes.

Para el segundo lustro de la década del 2010 Finlandia estaba de lleno con un modelo educativo basado fuertemente en competencias, educación integrativa, aprendizaje basado en fenómenos, aprendizaje divertido y una más decidida orientación hacia la salud y el bienestar de los niños. El aprendizaje socioemocional no entró como una habilidad del siglo XXI sino como un enfoque que había estado presente desde muchos años atrás en la vida cotidiana de las escuelas.

Con este bagaje llegué a las escuelas y universidades en el 2025, para realizar más de 30 visitas a escuelas y universidades donde entrevisté en total a 96 personas de los cuales 82 son directores o maestros y 14 expertos académicos y gubernamentales. Esta investigación está en mi proceso de análisis y empezaré a compartir hallazgos preliminares a través de este medio.

Las escuelas finlandesas han cambiado y no han cambiado. Han cambiado en número. En 2005 había un total de 4189 escuelas de primaria a preparatoria, incluyendo vocacionales; para el 2024 ese número había caído a 2479.  Este es un cambio radical, dado que el número de estudiantes, para los mismos niveles se ha mantenido más o menos estable en 860, 093 en 2005 a 916, 316 en 2024.

Es más, en el tema de la educación comprensiva (grados 1 a 9), concretamente, en 1980 existían un total de 580, 200 estudiantes atendidos en 3, 174 escuelas. Para el 2024 las cifras disminuyeron a 533, 503 estudiantes en 1975 escuelas. Es decir, mientras que la población estudiantil disminuyó en un 8%, el número de escuelas descendió en un 38%. Esta es una reestructuración de largo plazo. Esto quiere decir que la apuesta de la política pública ha sido la de sustituir el número de escuelas más pequeñas esparcidas por todo el territorio a favor de escuelas más grandes y muy poderosas desde el punto de vista arquitectónico y digital. En lo personal no es un cambio que me convenza mucho, sobre todo porque ahora, muchos niños tienen que recorrer distancias más grandes para llegar de los hogares a las escuelas y regresar a sus hogares. Las escuelas son más modernas y funcionales, sí, pero menos personales. Antes, las escuelas estaban más cercanas a los hogares, ahora están más alejadas; antes el número de estudiantes por escuela era más pequeño ahora es bastante más grande, en promedio. Entiendo la necesidad de hacer un cambio por razones financieras, pero no siempre es un cambio que favorezca a todos los agentes educativos y a la pedagogía.

Pero no todo lo que brilla es oro. La caída en los resultados de aprendizaje o desempeño de los estudiantes en los últimos años tanto en pruebas internacionales como PISA como en nacionales de diversa índole ha preocupado a propios y extraños, y tanto a las autoridades educativas como a los docentes y directores escolares. Sin embargo, y a pesar de una fuerte caída en el desempeño de sus estudiantes, sobre todo en la tan popular prueba PISA de la OCDE, Finlandia no ha perdido, por ahora, su prestigio como la mejor marca de la educación internacional pre-universitaria. La caída en PISA comenzó ligeramente a partir de 2012 y se aceleró en las últimas rondas de la prueba, que se aplica en tres dominios de conocimiento, lectura, matemáticas y ciencia, en rondas de 3 años desde el año 2000.

Así que el propósito de mi última inmersión ahora vigente en el 2025 es recoger las opiniones de maestros, directivos y expertos sobre lo que está pasando en el desempeño de sus estudiantes y la forma en la que las escuelas y el sistema educativo está respondiendo a las amenazas y oportunidades de la era digital, donde los teléfonos inteligentes, las tabletas y la inteligencia artificial ocupan un lugar preponderante. Al mismo tiempo, he mantenido un registro de cómo lucían las escuelas en 2004 y cómo lucen ahora en 2025. Un aperitivo de tal comparación se puede observar en estos dos salones de clases.

Es un deleite visitar a las escuelas, pues las más nuevas o renovadas lucen espectaculares, pero el secreto del éxito educativo no está en las instalaciones y los materiales educativos sino en una combinación de aspectos culturales que incluye a los hábitos de las familias y de aspectos escolares que incluye, por supuesto, a los docentes y a la pedagogía, pero también al clima escolar, que se logra fundamentalmente por el contacto humano.

Finlandia está consciente de su descalabro y, por supuesto, preocupa tanto a maestros y maestras como expertas y expertos. Por dónde irán, y qué tienen en mente, dependerá de la forma en la interpreten los datos de su realidad educativa. Mi intención es abonar al debate de su diagnóstico para entender qué sucede con el mundo de la educación del siglo XXI en la fascinante pero también preocupante era de la digitalización, los medios sociales, y la nueva invitada a la fiesta cibernética del siglo XXI, la Inteligencia Artificial junto otras tecnologías que están evolucionando en paralelo. Más sobre esta historia, que apenas comienza, en la tercera parte de esta serie.