Hoy, más que nunca, necesitamos aprender y crear. Y digo más que nunca porque los mundos de la pedagogía y de la educación, y de la ciencia misma, han sido invadidos por guerras culturales a través de temas como pedagogía crítica, decolonización, y el uso de un lenguaje acientífico imbuido de fines políticos. Este lenguaje, que se ha utilizado a ultranza en el Plan de estudios de la educación básica de México y por los responsables de los nuevos libros de texto gratuitos de la SEP que circulan sin aprobación oficial, es diestro al tergiversar, para fines políticos, el significado social y vivencial de conceptos válidos como inclusión y antirracismo, o realidades ineluctables como disforia, sobre todo de género, y otras ansiedades como las que se generan por fenómenos como la mala crianza o la contaminación, la corrupción y la inseguridad.
Además de esta guerra cultural, entre quienes promueven la ciencia como el único lenguaje viable de comunicación certera para todo el mundo y quienes utilizan un lenguaje acientífico escudándose detrás de los grandes problemas mundiales, la vida en el siglo XXI, tiene otro tipo de sensaciones desagradables, que le dan nombre a nuestra época como la era de la ansiedad. Ahora vivimos más conectados, pero de manera virtual, lo que irónicamente nos hace más solitarios. Vivimos haciendo muchas cosas con mucha prisa. La cantidad no se traduce en calidad de vida y nos da la sensación de que nos hacemos más superficiales, como bien lo sugiere Carr en su extraordinario libro «The shallows» justo en la era del internet y más recientemente en la recarga de la IA (Inteligencia Artificial).
¿A dónde acudir? Al campo donde se aprende a vivir de manera plena, con un objetivo bien definido de buscar los equilibrios que nos permitan comandar nuestras propias decisiones, experiencias y hábitos. Este fue el propósito que me llevó a escribir el libro «Conexiones y equilibrios: cerebro, mente y ambiente para aprender y crear». Es un libro que reune 15 años de estudio sobre el fenómeno del aprendizaje en los seres humanos. Este andar comenzó con la publicación de mi primer libro en este tópico «El poder de aprender: escuelas que piensan» de 2008; seguido por el libro «La cultura del aprendizaje: hogar y escuela del siglo XXI» de 2011 y «¡Aprender! Emociones, inteligencia y creatividad» de 2020, para finalmente culminar con «Conexiones y equilibrios» en 2023. Los cuatro libros relatan mi fascinación por el aprendizaje visto tanto desde la óptica de la ciencia como desde las entrañas de las escuelas alrededor del mundo. Este periplo ha sido mi refugio del mundanal ruido en el que todos vivimos y me ha enseñado importantes lecciones sobre qué ocurre cuando aprendemos, tanto a nivel emocional como intelectual, y qué podemos hacer con el aprendizaje sobre el aprendizaje. Cuando incursionamos en este proceso, no solo andamos por la vida mejor equipados, sino que en el camino, creamos cosas, distiguimos lo importante de lo supérfluo y nutrimos la insaciable necesidad de crecer en nosotros, nuestros hijos y estudiantes, con serenidad y disfrutando tanto el camino como el destino. Te invito pues a recorrerlo conmigo.




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