Por Eduardo Andere M.


¿En qué se parecen AMLO y Milei? Independientemente de que los dos personajes se tengan un odio ideológico, en el mundo de la política los dos abrevan de la misma fuente: ambición y genio propagandístico. Ambos llegaron al poder echándole la culpa de corruptos y elitistas a gobiernos anteriores. Ambos capitalizaron el enojo de la población y lo supieron explotar.
Milei empieza y AMLO termina con dos modelos de gobierno diametralmente opuestos. A menos que algo grande e inesperado suceda, no hay forma de que AMLO—a través de interpósita persona—pierda las elecciones en 2024. ¿Por qué? Porque a diferencia de Milei, quien se enfrentó a décadas de populismo con una economía y moneda destrozadas, AMLO goza de un populismo alimentado por agregados macroeconómicos ordenados; la bolsa en niveles históricos; la inflación amarrada y un superpeso. Nadie pierde elecciones con resultados macroeconómicos como estos y nadie gana elecciones con el tamaño del fracaso económico argentino.
Hace cerca de cuatro décadas, en Harvard, escuché en voz de mis compañeros argentinos: “Argentina es el único país del mundo en vías de subdesarrollo”. Tuvieron que pasar años de populismo de izquierda para que el modelo argentino explotara con el triunfo de un candidato sui géneris, libertario al extremo, y que, con otro populismo, de derecha, promete revertir la catástrofe argentina. No todo lo que Milei prometió se podrá alcanzar: la realidad será su correa. El ensayo pro-empresarial de Milei se enfrentará a obstáculos inevitables; como el proyecto pro-estatista de AMLO tarde o temprano vivirá. Pareciera que la historia reciente les ha otorgado a los observadores de las ciencias sociales un estupendo laboratorio de economía: neoliberalismo de derecha de Milei contra estatismo de izquierda de AMLO.
Los populismos de derecha como el de Milei o de izquierda como el de AMLO tienen en común el impulso narcisista de sus líderes. Llevados al extremo, los políticos exitosos pueden perder el piso y transformarse en seres que se perciben omnipotentes, megalómanos. Este exceso de autoestima obnubila su criterio, elimina su autocrítica y limita su alcance de miras. Perdidos en este laberinto mental, y con su propia lógica incoherente, proponen medidas que minan la base de un buen gobierno: dividen, segregan, centralizan y descalifican. Ahí, sin darse cuenta, siembran las semillas de su propia destrucción.
Hay que alejarse de los extremos y de los populismos de derecha o de izquierda; es preciso buscar un espacio que produzca políticos estadistas y no políticos narcisistas. Nos urge en México y Argentina, así como en otros países de América Latina, buenos gobiernos. Ni los empresarios son héroes como dice Milei, ni el pueblo es sabio como afirma AMLO. Los empresarios cuando no están limitados por las fuerzas competitivas y justas de un mercado abierto pueden ser tan peligrosos como los políticos que utilizan la entelequia del pueblo para concentrar el poder, disminuir a las instituciones que lo limitan y eliminar la democracia auténtica.
Fotos[1]
[1] Fotos obtenidas de: https://lopezobrador.org.mx/semblanza/ y https://es.wikipedia.org/wiki/Javier_Mile

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