Somos nuestro cerebro, es el título de un libro publicado por el neurobiólogo D.F. Swaab, y, en parte, esto es cierto, pero somos más que cerebro. [1]
El cerebro es un enigma que lentamente se descifra por los embates de la ciencia. Al amparo de la ciencia, más que de la filosofía, se descubre, poco a poco, la verdadera naturaleza del hombre; digamos que en la carrera del conocimiento la ciencia en trescientos alcanzó a la filosofía con más tres mil 500 años de vida si se considera el inicio con los himnos de los Vedas de la India, o 2500 si se considera el inicio con Tales de Mileto de Grecia[2].
En su esencia químico-biológica somos alrededor de 86 mil millones de neuronas, envueltas por otras células cerebrales que las protegen y ayudan, inhibidas o excitadas por decenas de químicos que entre todos producen billones o trillones de comunicaciones entre ellas. Cada neurona es capaz de conectarse con alrededor de 10 mil neuronas. Este entramado, conectado con el cuerpo humano y el mundo exterior, es lo que produce la mente, con pensamientos y sentimientos.
Entonces, lo que comúnmente llamamos ser humano en realidad es producto de un sistema encefálico-nervioso disfrazado de cuerpo humano; y lo que normalmente llamamos consciencia no es otra cosa que el funcionamiento complejo de un cerebro evolutivo que en otrora se pensaba dividido en tres unidades reptiliano , límbico y neocortical y que ahora se conoce como el mismo cerebro que poco a poco evoluciona y se hace más complejo; no complicado, ese es un adjetivo propio de la mente.
De hecho, mi capacidad para escribir estas líneas, como las tuyas para leerlas, y sobre todo la consciencia de escribirlas y leerlas, demuestra el trabajo de este exquisito y todavía misterioso sistema encefálico-nervioso.
Antes de las últimas dos o tres décadas solamente teníamos idea del funcionamiento del cerebro derivado del estudio en cerebros de animales (ratones, chimpancés) y cerebros humanos dañados, como el famosísimo caso de Phineas P. Gage[3] un estadounidense quien en 1848 sufrió un terrible accidente de trabajo en un mina cuando una barra de metal atravesó su cráneo entrando por la mejilla y saliendo por la parte frontal de la corteza cerebral cerca del ojo. Phineas increíblemente sobrevivió al accidente pero su temperamento y comportamiento cambiaron de forma radical, lo que permitió a los científicos de la época iniciar una nueva era en el estudio del cerebro humano.
Otro ejemplo análogo, pero con daño cerebro-mental, cien años después, es el dramático caso de una niña criada en condiciones ferales. Genie, como se le conoce, nació en California, Estados Unidos, en 1957, y fue criada en condiciones inhumanas por dos padres abusivos y enfermos. Genie estuvo en aislamiento total desde su nacimiento hasta cumplir 13 años y la mayor parte del tiempo permaneció atada a una silla o amarrada a una cuna. Existen registros que indican que su padre y hermano mayor se dirigían a ella ladrándole. Un desafortunado evento humano permitió a la comunidad científica, no sin críticas severas, analizar los impactos en el aprendizaje humano entre los genes y el ambiente. Cuando logran rescatar a la pequeña a los 13 años de edad, se le detectó un nivel de habilidad cognitiva menor a los dos años de edad y muchas funciones físicas atrofiadas[4].
Pero el conocimiento profundo del cerebro apenas empezó hace un par de décadas con el advenimiento de las nuevas tecnologías no invasivas de estudio, dentro de las cuales destacan las imágenes de resonancia magnética (MRI, por sus siglas en inglés) incluyendo las funcionales (fMRI), los electroencefalogramas computarizados (EEG), las tomografías por emisión de positrones (PET) y la optogenética.
Gracias a los avances de la ciencia y la tecnología ahora es posible “ver” o “leer” los pensamientos. Desarrollos tecnológicos con implantes cerebrales conocidos como interfaz cerebro-computadora (BCI) invasivos y no invasivos pueden captar y digitalizar de manera sorprendente las señales del cerebro. Por ejemplo, estos interfaces son capaces de detectar la actividad ocasionada por un pensamiento específico donde una computadora programada interpreta y traduce dicho pensamiento (señal) en un efecto físico visible a simple vista (activar una máquina, mover un brazo mecánico). Un ejemplo de este fenomenal avance se puede ver aquí: https://youtu.be/ogBX18maUiM Las implicaciones y usos del sistema BCI son impresionantes e impactantes.
Por ello, con respecto al tema que nos ocupa, la ciencia persigue a la esencia del hombre: el pensamiento no es producto del alma o del espíritu; es algo físico y, por tanto, medible.
Este es el futuro. Suena a ciencia ficción y quizá no lo veamos en actividad comercializada y democratizada sino hasta dentro de 60 o 70 años, que fue el tiempo que transcurrió entre la primera computadora Konrad Z3 en 1941 y el iPhone en 2007, pero que transformará todo, desde la medicina, hasta la educación, la religión, la psicología y la filosofía del ser humano. El futuro es de quienes lo ven primero. Ver primero el futuro es la esencia de la estrategia. Para cerciorarse de esta aseveración basta con preguntarle a un maestro de ajedrez con base en qué información toma sus decisiones.
Pero ver el futuro no es algo aleatorio. ¿Quiénes ven el futuro? Quienes tienen más conocimiento y creatividad: dos capacidades cognitivas conectadas con varias secciones o regiones del cerebro que otrora se pensaban solamente emocionales o automáticas. El cerebro funciona como partes y como todo; focalizado e interconectado a la vez. Bien, ven mejor el futuro quienes invierten tiempo y esfuerzo en el aprendizaje, la investigación, la ciencia, la tecnología y su aplicación.
No sorprende entonces que el año 2013, tanto el Presidente Obama, como la Unión Europea hayan lanzado multimillonarios esfuerzos para mapear el cerebro humano, algo así como el impresionante proyecto del genoma humano, iniciado en 1990 y concluido en 2003.
A través de ingeniería inversa y mapeos, el objeto visible de las iniciativas es descubrir formas de tratar enfermedades neurológicas y psiquiátricas. Pero como sucede en la historia de la ciencia un camino abre muchos otros, y hallazgos no buscados se descubren por casualidad pero no por suerte, sino por serendipia.
Los impresionantes avances de la neurología, nanociencia, imagenología, inteligencia artificial, robótica, genética y computación abren nuevas avenidas para un futuro humano que apenas si vislumbramos, mucho más dramático e impactante que el futuro de nuestros antepasados.
Ahora el mundo es diferente, y la ciencia empieza a devanar la madeja del intricado y complejísimo cerebro humano. La recompensa humana, económica y ambiental del desarrollo de tecnologías limpias, es impresionante, invaluable e inconmensurable. Este es el valor de invertir en la ciencia.
En México tenemos un grupo extraordinario de científicos, pero muy pequeño. El 0.30 % o 0.40 % del PIB que históricamente México ha invertido en investigación y desarrollo es extremadamente bajo, inclusive si se eleva al doble o triple. Durante las dos décadas pasadas México es uno de los países país con la menor inversión en este rubro entre los miembros de la OCDE, más o menos empatados con Chile y solo superando a Colombia que recientemente se incorporó a la OCDE.
La verdadera mala noticia no es que solo invertimos poco en investigación y desarrollo, sino que vamos a la baja; si en el 2010 destinábamos el 0.49 % del PIB a dicha inversión, en el 2020 bajó a 0.30%. Para darnos una idea de lo bajo que estamos el promedio de la OCDE en este rubro para el 2020 fue 2.7%, casi 10 veces más que México. ¡Impresionante!
El lenguaje de la ciencia es el único que puede mantenernos unidos a todos los mexicanos, es más, a todos los habitantes del mundo, sin importar razas, géneros, orientaciones políticas, ideologías, ciudadanía, edad, origen. Sin la ciencia nomás no hay rumbo.
[1] Nota: Una versión resumida de este “post” se publicó en Reforma el 4 de junio, 2014. Otra versión se publicó en https://eduardoandere.blog/2014/06/11/el-cerebro-es-una-quisicosa/ el 6 de junio de 2014.
[2] Más sobre el inicio de la Filosofía en: https://www.worldhistory.org/philosophy/
[3] Más sobre este caso en: https://en.wikipedia.org/wiki/Phineas_Gage
[4] https://en.wikipedia.org/wiki/Genie_(feral_child)#Preliminary_assessment