La bondad, la compasión y la neurociencia

Resumen de la conferencia de Daniel Goleman comentada por Eduardo Andere M.

IMG_4081 Título de la conferencia: Una fuerza para el bien: El llamado del Dalai Lama a la acción. Lugar: Washburn Auditorium, Lesley University. Brattle Campus. Fecha: Abril 2, 2015. 16 horas. Conferencista: Daniel Goleman, autor del famoso libro Inteligencia Emocional.

  1. La pregunta implícita de la conferencia aunque no expresada por Goleman, es ¿qué necesitamos para un mejor ser humano y una mejor sociedad?
  2. Las respuestas que da Goleman se derivan de sus conversaciones y amistad con el Dalia Lama.

 

Respuestas:

  1. Crece en compasión
  2. Un buen líder hace el bien
  3. Cuando leemos las noticias, todas están llenas de horribles relatos
  4. Necesitamos reinventar el futuro
  5. ¿Cómo? Aumentando la cantidad de amabilidad y bondad
  6. Ver al otro, y responder ¿cuáles son las necesidades de la otra persona en mi interacción diaria?
  7. Necesitamos nutrir nuestra salud o higiene emocional
  8. Por ejemplo, el enojo. Todos nos enojamos. El enojo es una emoción destructiva, como muchas otras. Todos vivimos con ellas a diario. Estas emociones negativas nos destruyen más.
  9. Neurológicamente las emociones destructivas no son otra cosa que la excitación de la amígdala, más bien las amígdalas.
    1. NOTA de EAM: La amígdala o amígdalas son estructuras del sistema límbico o cerebro emocional como se le denomina popularmente. Es el nodo del miedo; es la estructura encargada de decirnos huir o luchar “fight or flight”.[1] La que nos provoca miedo, ansiedad. Normalmente la amígdala está tranquila y controlada por el cerebro racional, pensante, localizado, preponderantemente, en la corteza pre-frontal (la parte más frontal) del lóbulo frontal. A veces, cuando algo emocional sucede: pérdida de un trabajo, una gran decepción, una amenaza, un pleito, enojo, una injusticia, la amígdala se activa y entra en lucha o ataque con el cerebro racional. Normalmente el cerebro emocional doblega al racional a menos que se realice un esfuerzo consciente como mentalización o una intervención química; aún así, el ser humano es profundamente racional. Hallazgos de investigaciones recientes sobre las emociones sugieren que las emociones dominan a las razones a menos que las razones sean producto de un trabajo muy cuidadoso y largo para la constitución de nuevos hábitos que sustituyan unas emociones sobre otras; o que construyan nuevas emociones. (Dos trabajos seminales lucubran sobre este tema: 1) Barrett, Lisa Feldman. (2018). How emotions are made: The secret life of the brain. Mariner Books. Boston. 2) Duhigg, Charles. (2014). The power of habit: Why we do what we do in life and business. Random House Trade Paperbacks. New York.). Sobre el tema Lisa Feldman Barrett ofrece la siguiente potente conclusión: «Uno no puede superar la emoción con pensamiento racional (…) aún y cuando te sientes racional.»
  10. Cuando experimentamos emociones destructivas como el enojo, [resentimiento, rencor][2] o tratos que sentimos injustos, la amígdala secuestra a la razón. El resto del cerebro se paraliza.
  11. ¿Qué hacer? Goleman nos platica sobre lo que el Dalai Lama le ha relatado (lo cual es material de un nuevo libro que está escribiendo Goleman como celebración por el 80 aniversario del Dalai).
  12. Usar el cerebro racional para actuar con bondad y empatía.
  13. Por ejemplo, si uno está muy enojado por una fuerte discusión o desacuerdo con su consorte o pareja, la primera pregunta es recordar ¿por qué estoy con esta persona?
  14. Cuando uno empieza a razonar lo que sucede neurológicamente es que uno activa la corteza pre-frontal. Este cerebro racional cuando actúa utiliza información de otras partes del cerebro.
    1. Nota de EAM. Cierto, aquí se sienta o localiza lo que en la literatura se conoce como la función ejecutiva del cerebro, el gran orquestador, el inhibidor, el planeador[3].
  15. . ¿Qué hacer según Goleman, según el Dalai Lama?
  16. Actúa con compasión.
  17. Neurológicamente la compasión es un reflejo de tres funciones neuronales o cerebrales:
    1. Empatía cognitiva: saber qué pasa con el otro
    2. Empatía emocional: sentir lo que el otro siente
    3. Preocupación empática: detente en el camino; detén el ritmo de tu ajetreada vida diaria y, por favor, mira a la otra persona.
  18. Goleman pausa y cuenta una fábula, con un fabuloso mensaje inspirador:
    1. Un abuelo le cuenta a su nieto que tiene dos lobos dentro de sí mismo que luchan todo el tiempo: uno bueno y otro malo. El niño pausa y le pregunta: ¿Y cuál de los dos gana? El Abuelo responde: al que yo alimente más.
    2. NOTA de EAM: Busqué la historia en internet y encontré su origen. Es una fábula que se origina en una leyenda Cherokee[4].
  1. Pero vivimos un mundo muy apresurado que además alimenta a las emociones destructivas, y las escuelas y las empresas inmersas en un mundo tan competitivo, no ayudan, por el contrario, fomentan esa destrucción.
  2. Otro punto importante derivado de los hallazgos neurológicos es que la primera persona beneficiada por un acto compasivo es la persona que lo realiza en primera instancia. La compasión detona todo tipo de efectos químicos que nos hacen sentir bien, en paz, contentos.
    1. NOTA de EAM: Esto es totalmente cierto. Existen hasta revistas científicas sobre la compasión. La Universidad de Stanford tiene un Centro de Compasión, con artículos que relatan hallazgos de los beneficios de la compasión, la bondad y los cuidados[5]. Practiquen un buen acto cualquiera, y verán que se siente uno muy bien, de maravilla, el cerebro nos recompensa con torrentes de serotonina. A mí mismo me ha sucedido varias veces, en momentos de ataque de la amígdala procuro ayudar a alguien o buscar mirar, observar con cuidado a la gente. Por ejemplo, hace un par de días; el martes pasado para ser exacto, deambulando por el Campus de la Universidad de Harvard, a las 20 horas, ingresé a la Capilla sin denominación religiosa específica de la Universidad (The Memorial Church). Para mi sorpresa y deleite se llevaría a cabo un concierto coral ejecutado por el Coro de la misma Universidad: Harvard University Choir. IMG_4084Para mi mejor sorpresa, se interpretaría uno de los más hermosos Réquiems de la historia de la música: Réquiem in D Minor, op. 48 de Gabriel Fauré[6]. Bueno, el punto más importante que viene a la historia, es que ahí sentado a mi derecha en la banca contigua, se encontraba un hombre mayor de unos ochenta años, así parecía. Grande, robusto, encorvado, con melena y mal vestido, la mirada cabizbaja y triste y el corazón roto. Yo mismo estaba emocionalmente susceptible. No sé porqué, pero al final del concierto, me esperé a que el hombre se levantara y caminara. Por fortuna pasó cerca de mí; con paso apesadumbrado, lento, como quien lleva en sus espaldas toda la tristeza junta de una vida desigual, sufrida, se retiró del recinto. Pude observar cómo a su paso la gente lo evitaba. Lo miré profundamente y traté de sentir su dolor y lo sentí; salí caminado junto a él hasta que desapareció en la penumbra de una noche fría. Mi compasión por él, me benefició más a mí que a él. Pero por unos momentos, este hombre desolado, me pasó toda su tristeza, y no hice más que sentir compasión sincera, que al mismo tiempo me dejó tristeza, pero no sé, una especie de ecuanimidad. En otra ocasión, hace ya diez años, un par de meses antes de que mi padre muriera, estaba yo sentado junto a él en su recámara. Por tristeza, durante muchos meses antes, el sufrió dolores físicos y emocionales fuertes. Uno de ellos, la falta de capacidad de articular sus pensamientos en palabras. Bueno, en esa noche triste, le tomé su mano, la coloqué entre mis dos manos y le dije algo así: “papá, yo sé que estás sufriendo; y también que no puedo hacer nada para quitarte tu dolor. Pero quiero que sepas que no hay un instante en el día que no piense en ti; que no sienta tu dolor y tus emociones; que no me sienta cerca de ti.” La respuesta de mi padre fue una sonrisa de agradecimiento eterna; una sonrisa que guardo en mi memoria de largo plazo y que me alimenta con paz y con sentimientos de sublimación y serenidad. Un tercer ejemplo, me ocurrió hace dos años. También en un momento difícil para mi. Estaba yo por partir de viaje hacia Bolivia. Además de mi vulnerabilidad, llego al aeropuerto y me entero que mi vuelo estaba retrasado al menos cuatro horas; eso significaba perder la conexión en Bogotá. Y así fue. Lo que ocasionaría muchos inconvenientes. Así fue también. Como recompensa la línea aérea ofrecía cupones para comer. Fui al restaurante. Además de que no tenía hambre estaba enojado y con otras emociones destructivas. Antes de levantarme decidí obsequiar mi cupón. Pero quería dárselo a la persona que según yo lo necesitaba más. Entonces me dediqué a buscarla. La encontré. Era un trabajador de limpieza del aeropuerto, el más viejito, que limpiaba con lentitud y en posición cabizbaja; que traía en su espalda, el dolor de toda una vida sufrida. Era una de aquellas personas que siempre están ahí, pero que nunca vemos porque siempre vamos de prisa. Me levanté y le obsequié mi cupón. Se quedó varado. Al retirarme me di cuenta que el viejito no se movía. Me acerqué, le expliqué de qué se trataba, lo tomé del brazo y lo llevé al restaurante. Llamé a la gerente y le expliqué la situación. Para mi sorpresa la gerente reaccionó con inmensa amabilidad y con mucho respeto llevó al señor a su mesa. Antes de partir, volteó, no me dijo nada, pero mostró una sonrisa profundamente sincera. Esa expresión, esa sonrisa, me dio serenidad por varios días; además, cada vez que recuerdo el incidente me hace sentir pleno y tranquilo. En fin. Sucede lo contrario cuando nuestra actitud es la opuesta: egoísmo, enojo, frialdad, envidia. Todo esto no tiene nada que ver con una lección de moral o ética; es pura neurociencia y química. Practiquen hoy o mañana un acto compasivo o bondadoso y van a sentir la reacción neuronal. Por ejemplo, una propina generosa a un trabajador de limpieza en los baños públicos del aeropuerto puede ser un ejemplo. Verán la sonrisa. Sus neuronas reaccionarán con químicos que dan la sensación de tranquilidad y plenitud. Si cuesta trabajo y lo haces, la recompensa es mayor. Extraña bioquímica del ser humano.
  3. ¿Por qué los jefes son arrogantes? La respuesta de la ciencia: “en general las personas de alta posición o poder no escuchan a las personas de menor posición y poder.” Sucede lo contrario con las personas de menor nivel en la escala jerárquica, social o política. Ellos ponen más atención a lo que dicen las personas de poder. Uno puede ser dueño y al mismo tiempo humano. El cerebro nos recompensa. El ejemplo que ofreció Goleman es el siguiente: “Nosotros no empleamos a la gente para hacer pasteles; hacemos pasteles para darle empleo a la gente.”

Nota de EAM: Sobre este tema de los líderes poderosos y el narcisimo hay mucha literatura. En el pequeño libro de mi autoría «Democracia,transparencia y educación: demagogía, corrupción e ignorancia» existe una sección intitulada «Líderes narcisistas, líderes carismáticos» que abunda sobre el tema. México: Siglo XXI Editores. 2018.

  1. Según el Dalai Lama, debemos tratar de entender las causas más profundas de los problemas. Debemos ayudar a las personas para que se ayuden a sí mismas.
  2. Otra forma de cambiar el mundo es que las mujeres ocupen más posiciones de liderazgo. Según la neurociencia el cerebro de las mujeres reacciona por naturaleza con más empatía ante el dolor ajeno que el cerebro del hombre. NOTA de EAM: Cierto las mujeres por razones naturales producen más oxitocina que los hombres: la hormona del amor, la confianza, la conexión y empatía.
  1. Otras formas de ayudar al mundo es eliminando nuestras marcas dañinas que todos nosotros dejamos para el deterioro de la naturaleza o de los recursos naturales. Actos como usar la bicicleta en lugar del automóvil, usar menos plástico (que no se degrada); consumir productos menos dañinos, ayudan a uno y a todos. Por ejemplo, Goleman mencionó el trabajo de Ski Deep[7], una aplicación para teléfonos inteligentes con página electrónica de una organización protectora del ambiente que clasifica a cerca de 80, 000 cosméticos por su nivel de toxicidad. El objetivo es educar al consumidor cuando compra un producto sobre el daño que se hace a sí mismo y a la naturaleza.
  2. La mayor parte de los objetos que hacen nuestra vida diaria fueron pensados y fabricados antes de la época moderna, antes de la conciencia ambiental. Por tanto, el mundo y las empresas, necesitan hacer todo de nuevo, con conciencia ambiental.
  3. Dalia Lama dice, según Goleman: “debemos repensar el conflicto y resolverlo con diálogo no con guerra”.
  4. Narcisismo de las diferencias o desacuerdos menores. Pelear por todo. ¿Cómo evitar ese narcisismo cotidiano? “Con el contacto personal cercano; habla con la gente con la que no estás de acuerdo; educa a tu corazón”. Para ello debemos, según Goleman, educar a los niños y a nosotros mismos en el aprendizaje social y emocional, que consiste en: hacer el bien a uno mismo, hacer el bien a los demás; agregar mentalización (mindfulness), compasión y pensamiento sistemáticos.
  5. Hasta un lenguaje agresivo o malas palabras puede ocasionar que el cerebro nos haga sentir mal. En un estudio realizado con niños de seis años de edad se encontró que hablarles con groserías ocasionaba sentimientos incómodos en los pequeños.
  6. Según otro estudio realizado en Nueva Zelanda con niños de edad escolar se encontró que el control cognitivo (reflexionar sobre lo que se hace, actuar con compasión) predice más el éxito financiero en la vida adulta de los pequeños que los niveles de Coeficiente Intelectual (CI) o el ingreso o riqueza de los padres.
  7. Tres preguntas debemos hacer, según Dalai Lama para cualquier decisión:

¿Quién se beneficia? ¿Me beneficia a mí nada más o a todos los demás? ¿El beneficio es pasajero o para el futuro?

  1. Ante una pregunta de un joven estudiante sobre cómo afectan las redes sociales virtuales a la conducta y al cerebro, Goleman dijo, que el cerebro humano está diseñado para la interacción persona a persona; es mucho más fácil la empatía, la conexión y el funcionamiento de las neuronas espejo en cercanía física que a través de mensajes, correos electrónicos, o redes virtuales. Es muy agradable tener la capacidad de comunicarse todo el tiempo; pero cómo afectará o beneficiará al cerebro que está diseñado para el contacto humano directo, tendremos que averiguarlo todavía.
  2. Al final yo le pregunté: ¿Has experimentado ataques de la amígdala y si lo has vivido, cómo la calmas? Después de una sonrisa larga, contestó: mentalización y buscar formas alternativas de enfrentar la situación que detonó la emoción destructiva.
  3. Goleman terminó su conferencia invitando a los asistentes a pasar al piso superior donde se vendían sus libros.
  4. La sala de la Universidad de Leslie, que se ubica muy cerca de la Universidad de Harvard, justo a un costado del Radcliffe College, estaba completamente llena con una audiencia de 300 personas.
  5. Nota de EAM: Además de los libros de Goleman, para quienes quieran profundizar en el tema de la mentalización y la compasión sugiero la lectura del libro: Buddha’s Brain: The practical neuroscience of happiness, love, and wisdom. Autor: Rick Hanson. Editorial New Harbinger Publications.

[1] Sobre la amígdala hay mucha información en la red y Wikipedia tiene buenos artículos al respecto. Un par de referencias una en inglés y otra en español para quien quiera profundizar: https://nba.uth.tmc.edu/neuroscience/s4/chapter06.html http://www.um.es/analesps/v20/v20_2/05-20_2.pdf [2] Los corchetes son del autor EAM. [3] Me refiero a este tema con más amplitud en mi libro: La cultura del aprendizaje: hogar y escuela del siglo XXI. http://eduardoandere.net/publicaciones/libros.html [4] La fábula se encuentra aquí: http://www.firstpeople.us/FP-Html-Legends/TwoWolves-Cherokee.html [5] Stanford University, Escuela de Medicina: The Center for Compassion and Altruism: http://ccare.stanford.edu [6] Encontré en Youtube una hermosa interpretación por si quieren escucharla mientras terminan de leer esta nota; pero se aprecia mejor, en un lugar tranquilo cerrando los ojos, reposando la mente y el ser entero, y es preciso escucharlo todo, de principio a fin: https://www.youtube.com/watch?v=UnilUPXmipM [7] http://www.ewg.org/skindeep/

Una respuesta a “La bondad, la compasión y la neurociencia”

  1. […] Goleman, D. “La bondad, la compasión y la neurociencia” (2015). Disponible en:  https://eduardoandere.blog/2015/04/02/la-bondad-la-compasion-y-la-neurociencia/ […]

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